4 cosas que debe tener en cuenta cuando hable con su hijo

La paternidad está en constante evolución. Nuestros hijos cambian muy deprisa, crecen, aprenden y se hacen más independientes, y nosotros también tenemos que cambiar. Con nuevas ideas, productos y peligros en el mundo que nos rodea, nuestra comunicación con nuestros hijos puede hacer que nuestra relación con ellos sea mejor o peor, y eso afecta a cómo se relacionan con el mundo.

Como padres, hablar con sus hijos puede ser intimidante. Saber que has hablado con ellos de una manera que preserva vuestra relación puede ser de gran ayuda, incluso si tu hijo no está contento contigo en ese momento.

Lo que los padres deben tener en cuenta al hablar con un hijo

He aquí cuatro cosas que debes tener en cuenta cuando hables con tu hijo como padre. Las he organizado de forma que te ayuden a recordar las cosas importantes, incluso en el calor del momento.

1. El tono de voz

El tono de voz es muy importante cuando hablas con tu hijo. El tono de voz transmite mucho significado, mucho más que las palabras que se dicen.

En un estudio publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina, los investigadores descubrieron que podemos aprender más cuando escuchamos un tono de voz.[1]

A menudo, como padres, corregimos el tono de voz de nuestros hijos, pero ¿cuánto pensamos en el nuestro?

Nuestros hijos necesitan que seamos firmes con ellos, sí. Pero el tono de nuestra voz puede hacer que ellos se adapten a lo que decimos o que nos ignoren por completo. Utilizar un tono respetuoso, suave pero firme, promueve la calma en nosotros y en nuestros hijos.

Al salir de dirigirnos a nuestro hijo, sobre todo si se trata de una corrección, puede que nuestro hijo recuerde lo que hemos dicho, pero sin duda recordará cómo se ha sentido mientras lo decíamos.

Cómo se sienten después de que les hablemos inspirará a nuestros hijos a acudir a nosotros con sus preguntas, problemas y alegrías o hará que quieran esconderse de nosotros. Un simple cambio de tono puede cambiar nuestra relación con nuestros hijos.

2. La edad del niño

La edad del niño al que te diriges juega un papel muy importante en la forma en que debes hablar con él. Su tono por defecto tiende a cambiar con ellos desde que son bebés hasta que son adultos.

Por ejemplo, tendemos a utilizar tonos de enseñanza más suaves cuando hablamos con bebés y niños pequeños, y a veces queremos utilizar tonos más molestos o severos con nuestros adolescentes. No es de extrañar que los adolescentes parezcan respondernos con más dureza.

Los niños de hoy en día tienen mucho más acceso a la información que las generaciones anteriores, pero puede que no sean capaces de entender completamente el contenido que consumen. Pueden tener preguntas sobre temas más delicados a una edad más temprana sólo porque han estado expuestos a la información.

Es importante hablar con nuestros hijos de todos los temas a un nivel apropiado para su edad. Casi todos los temas se pueden dividir en trozos más pequeños o incluso en puré (para ilustrar la metáfora) para que sean más fáciles de entender para nuestros hijos. Hay que evitar los detalles que están por encima de sus posibilidades o que no son necesarios a su edad.

La edad cronológica no es la única consideración importante. La edad de desarrollo también es clave. Pensar en lo que nuestro hijo puede entender nos guiará hacia adelante.

3. Cómo escuchar

Si lo único que nos interesa al hablar con nuestros hijos es que nos escuchen, tenemos un problema. Tenemos que escucharles también a ellos.

Preguntarles qué les parece lo que hemos dicho es una buena idea. Animarles a compartir sus pensamientos y escucharles atentamente fomenta la autoestima, la confianza y la comprensión.

Es una vía de doble sentido. Cuando escuchamos, animamos a nuestros hijos a escuchar también lo que decimos. Predicar con el ejemplo es mucho más eficaz que insistir una y otra vez en lo que deben y no deben hacer.

4. Conócete a ti mismo, conoce a tu hijo

Conócete a ti mismo, conoce a tu hijo y sabe de qué estás hablando. Con demasiada frecuencia, las preguntas de los niños llegan en los momentos más extraños. No sé en cuántas colas de supermercado han estado los padres cuando su hijo necesita saber en ese momento de dónde vienen los bebés.

Conócete a ti mismo

¿Eres el tipo de padre que se avergüenza fácilmente en una situación así? Si es así, toma medidas de antemano para esos momentos difíciles.

Investiga. Ten una respuesta preparada de antemano para que cuando ocurra -porque te digo que ocurrirá- estés preparado.

Conoce a tu hijo

¿Es el tipo de niño que hace muchas preguntas? ¿Necesita descubrir las cosas por sí mismo? ¿Se guardan todo en su interior?

Responder a este tipo de preguntas puede ayudarte a saber cómo hablar con ellos. Algunos niños necesitan que sus padres les saquen de dudas. Otros necesitan que se les deje solos hasta que estén preparados para relacionarse con sus padres en sus propios términos.

A modo de ejemplo: ¿Su hijo tiene algún problema, como el autismo? ¿Tiene preguntas sobre su neurodiversidad o su diagnóstico? Investiga cómo hablar con ellos antes de que te pregunten.[2]

Conoce de qué estás hablando

Si esperas a que tus hijos te pregunten o a que sientas que están preparados para hablar de un determinado tema antes de informarte, te pillará desprevenido. Creo que los padres a veces dejan de hacer el trabajo previo de adquirir conocimientos cuando termina la etapa del embarazo.

Un tema delicado que acaba llegando a todas las familias es la «charla sobre sexo» Un libro sobre cómo hablar de sexo con tu hijo es una buena idea. Leerlo, aunque tu hijo sea un bebé en ese momento, puede ayudar mucho.

Podemos ayudar a nuestra familia investigando de antemano los temas, cómo plantearlos, cuándo hacerlo, los últimos avances científicos, etc. Así, al menos sabremos de qué estamos hablando cuando llegue el momento. Se trata de saber lo que hay que saber antes de tener que saberlo.

Bonificación: ¿Y si te equivocas?

No existe la perfección en la crianza de los hijos. Por suerte, los niños son resistentes y nos quieren independientemente de si lo hacemos bien o no. A veces, nos rendimos al sentirnos fracasados.

Pedir disculpas

Un consejo extra que tengo para ti es el #5: Discúlpate.

No me canso de decirlo: cuando metas la pata, confiesa. Nuestros hijos necesitan ver que reconocemos cuando nos equivocamos, que tenemos la decencia de decir que lo sentimos y de llamar la atención sobre lo que tenemos que cambiar.

Con demasiada frecuencia, seguimos con nuestro día después de haber hablado mal a nuestros hijos, o peor aún, justificamos la ofensa. Eso no está bien. Es un verdadero fracaso como padres.

Pedir disculpas a nuestros hijos fomenta su confianza, les permite ver nuestra humanidad y les inspira a disculparse también cuando se equivocan. Una vez más, hay que predicar con el ejemplo.

Después de reconocer y admitir cuando nos equivocamos, es fundamental mostrar a nuestros hijos que estamos dispuestos a cambiar. Esto incluye mostrarles nuestra disposición a trabajar duro para asegurarnos de que cambiamos lo que necesitamos. Está bien dejarles ver la lucha.

Destacar el progreso

Por último, destaca los progresos. Hazle saber a tu hijo que has visto que lo hace bien. Hazles saber que tú también celebras tus propios progresos. Estar orgullosos de nosotros mismos es tan importante como estarlo de nuestros hijos.

Muchas veces, los terapeutas ayudan a los adultos a entender las heridas que sus padres les dejaron, ayudándoles a ver la humanidad de sus padres. Esto les permite relacionarse con las luchas de sus padres de una manera nueva y a menudo conduce al perdón.

¿Qué grande sería para nuestra generación tener hijos que recibieran eso de su infancia? Les pondría a años luz de la generación anterior, no sólo en el tiempo sino en el pensamiento, el equilibrio, la vida y el amor.

Conclusión

Hablar con nuestros hijos es algo que hacemos más que cualquier otra actividad que hagamos con ellos. Cómo les hablamos es importante. No importa en qué etapa de la crianza estemos, la preparación es necesaria.

Desde enseñarles a caminar hasta hablarles durante su primer desamor y más allá, nuestra voz es la que estará en sus cabezas hasta que encuentren la suya propia.

Con el método T.A.L.K, podemos recordar que hay que utilizar el tono correcto, el nivel adecuado a la edad, escuchar y saber lo que necesitamos saber. Hablar con nuestros hijos puede ser eficaz y es nuestra mejor herramienta para establecer relaciones.